Me deja Diciembre, parte de mí; derretido me rebosa y escurridizo entre mis dedos lo veo marchar con su traje gris.
Camina pesado, quizá se lleva de mí más de lo que me deja.
¿Y a tí no te ha pasado,
aunque raro,
que, de repente,
viene un mes,
y se te cuela tan adentro que te habita?
De su soplo helado me queda congelado el instinto, el aliento contenido y la mirada fría.
Los ojos, por su niebla, velados. Me tirita la sonrisa y en la nieve, enterrados tengo los suspiros.
Lo veo alejarse dejándome el latir desentendido, y presagio del abismo, los estragos.
De valorar los destrozos, habrá de esperar a primavera, temiendo mucho que haya llenado con hielo, tanto vacío.
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